Yo tengo algunos miedos. ¿Usted de qué tiene miedo?
¡De mí mismo! Miedo… Mira, en el Evangelio Jesús repite tanto: «No tengáis miedo. No tengáis miedo». Lo dice muchas veces. ¿Y por qué? Porque sabe que el miedo es algo —diría— normal. Tenemos miedo de la vida, tenemos miedo frente a los desafíos, tenemos miedo ante Dios… Todos tenemos miedo, todos. Tú no debes preocuparte de tener miedo. Debes sentir esto, pero no tengas miedo, y además piensa: «¿Por qué tengo miedo?». Y ante Dios y ante ti misma, trata de aclarar la situación o pedir ayuda a otro. El miedo no es buen consejero, porque te aconseja mal. Te impulsa hacia un camino que no es el correcto. Por eso Jesús repetía tanto: «No tengáis miedo. No tengáis miedo». Además, debemos conocernos a nosotros mismos, todos: cada uno debe conocerse a sí mismo y buscar donde está la zona en la que podemos equivocarnos más, y tener un poco de miedo de esa zona. Porque está el miedo malo y el miedo bueno. El miedo bueno es como la prudencia. Es una actitud prudente: «Mira, tú eres débil en esto, esto y esto, sé prudente y no caigas». El miedo malo es el que tú dices que te anula un poco, te aniquila. Te aniquila, no te deja hacer nada: este es malo, y es necesario rechazarlo.
La traductora. Ella (la muchacha) ha formulado esta pregunta porque en Bélgica, por ejemplo, a veces no es fácil hablar de la propia fe: para ella era un modo de hablar, porque muchos no creen, y ella ha dicho: «Quiero hacer esta pregunta, porque quiero tener la fuerza también de testimoniar…».
Claro, ahora entiendo la raíz de la pregunta. Testimoniar con sencillez. Porque si vas con tu fe como una bandera, como en las Cruzadas, y vas a hacer proselitismo, no funciona. El mejor camino es el testimonio, pero humilde: «Soy así», con humildad, sin triunfalismo. Este es otro pecado de nuestro tiempo, otra actitud mala, el triunfalismo. Jesús no fue triunfalista, y también la historia nos enseña a no ser triunfalistas, porque los grandes triunfalistas fueron derrotados. El testimonio: este es una clave, este interpela. Lo doy con humildad, sin hacer proselitismo. Lo ofrezco. Es así. Y esto no da miedo. No vas a las Cruzadas.
ORAMOS POR TODAS LAS FAMILIAS BELGAS.
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