La presencia de Cristo en la Eucaristía es un don inestimable que no alcanzamos a comprender, sin embargo, ante nuestra incomprensión Jesús responde con su entrega total. En este domingo intentaré no solo agradecerle su presencia sino ofrecerle mi vida para que la trasforme según sus designios.
Y en este tiempo tan especial que nos ha tocado vivir. También le pediré por la Iglesia, los Cardenales, el nuevo Papa y por el Papa emérito Benedicto XVI.
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