Nos hemos reunidos en la venerable Basílica de nuestra “Magna Mater Austriae", en Mariazell. Desde hace muchas generaciones piden aquí los hombres el auxilio de la Madre de Dios. Hoy queremos hacerlo también nosotros. Queremos unirnos a ella en la alabanza por la inmensa bondad de Dios y expresar nuestra gratitud al Señor por todos los beneficios recibidos, especialmente por el inmensurable don de la fe. Queremos expresarle también las preocupaciones en nuestro corazón: pedir su protección sobre la Iglesia, su intercesión por el don de buenas vocaciones para nuestras diócesis y congregaciones, su auxilio para las familias y su misericordiosa oración por todos los hombres, que buscan salir de sus pecados y procuran la conversión, y finalmente, confiar a sus maternales cuidados a todos los enfermos y ancianos. Que la gran Madre de Austria y de Europa nos ayude a todos en la profunda renovación de la fe y la vida. Benedicto XVI viaje a Austria 2007.
Austria, en el pasado como gran potencia europea, y su entorno cultural han generado una indispensable enorme contribución a la cultura europea a través de las diversas formas de arte, muy especialmente en la música. Viena fue desde fines del s.XVIII hasta la Primera Guerra Mundial la capital cultural de Europa (sólo superada por París).
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