Europa tiene aún una gran responsabilidad frente al mundo. A causa de su historia cristiana, la vocación de Europa es de apertura y servicio a toda la familia humana. Pero hoy Europa tiene una obligación muy especial hacia las naciones en vías de desarrollo. Un gran desafío de nuestra época consiste precisamente en el desarrollo de todos los pueblos en el pleno respeto de sus culturas y de su identidad espiritual. Nuestra generación tiene aún mucho que hacer si quiere evitar el reproche de la historia de no haber combatido con todo su corazón y toda su mente para derrotar la miseria de tantos millones de hermanos y hermanas nuestros.
Este es el mensaje que he presentado en mi Carta Encíclica Sollicitudo rei socialis sobre el desarrollo de los pueblos. Hemos de combatir contra todas las formas de pobreza, tanto física, como cultural y espiritual. Ciertamente el desarrollo tiene una dimensión económica, pero no sería un verdadero desarrollo humano si estuviera limitado a las necesidades materiales. "Un desarrollo no solamente económico se mide y se orienta según esta realidad y vocación del hombre visto globalmente, es decir, según un propioparámetro interior" (Sollicitudo rei socialis, 29: L'Osservatore Romano, Edición en Lengua Española, 28 de febrero, 1988, pág. 7). Hoy hablamos justamente de la dimensión cultural del desarrollo, y estoy seguro de que promoviendo semejante modelo de desarrollo, los intelectuales y los eruditos universitarios darán una aportación indispensable.
8. Por último, querría recordar los sentimientos expresados en el mensaje conclusivo del Concilio Vaticano II a los hombres y las mujeres del pensamiento y la ciencia: "Felices los que, poseyendo la verdad, la buscan más todavía, a fin de renovarla, profundizar en ella y ofrecerla a los demás. Felices los que, no habiéndola encontrado, caminan hacia ella con un corazón sincero... Nunca quizá, gracias a Dios, ha aparecido tan clara como hoy la posibilidad de un profundo acuerdo entre la verdadera ciencia y la verdadera fe, una y otra al servicio de la única verdad... Tened confianza en la fe, esa gran amiga de la inteligencia".
Señoras y señores: Les dejo con estos pensamientos, expresados con estima y amistad. Que Dios les sostenga, hombres y mujeres del saber, en su servicio a la verdad, en su dedicación a la bondad y en su amor a la belleza. Que esta Universidad que nos hospeda, la gran Universidad de Upsala, florezca por muchos siglos. ¡Que Dios les bendiga a todos ustedes! Gracias.
PARTE DEL DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS REPRESENTANTES DEL CUERPO ACADÉMICO
Y DE LOS ESTUDIANTES EN EL AULA MAGNA
DE LA UNIVERSIDAD DE UPSALA en Suecia. Viernes 9 de junio de 1989
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